Se cuenta la leyenda que, en el pueblo de Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, desde hace ya mucho tiempo, en la madrugada, una mujer vestida con un vestido blanco y los hombros descubiertos, pasa por las calles para seducir a los hombres borrachos que se encuentran vagando.
Las personas que han llegado a ver a la Matlazihua cuentan que no pueden ver su rostro, pero, lo que les llama la atención, es su manera de caminar, tan seductora, que los va envolviendo hasta caer hipnotizados con sus encantos y, de repente, aparecen heridos entre plantas espinosas y cerca de un barranco.
Se cree que la Matlazihua quiere vengarse de los hombres bebedores y mujeriegos y, si no logra cobrar su vida, ellos quedan muy asustados, tan asustados que prefieren dejar el vicio.
Pero, ¿de dónde viene el origen de esta leyenda? Esta leyenda proviene de Oaxaca, pero se dice que la Matlazihua fue real y su nombre era Santa María Sola de Vega.
En la época colonial, existió un joven llamado José Antonio, el cual se caracterizaba por gustarle todo tipo de mujeres. A José Antonio le gustaba tomar garrafones de mezcal para agarrar valor y, así, poder acercarse a las mujeres.
Su padre le advirtió repetidas veces que, si seguía comportándose de esa forma, algún día Dios lo iba a castigar por “engañar a las mujeres”. Pero José Antonio le restó importancia y siguió tomando. Hasta que, un día, se enamoró perdidamente.
Un día que estaba bebiendo mezcal y ya estaba muy borracho, se le apareció una hermosa mujer, con un parecido espectacular a su novia, vestida de blanco. Como José Antonio pensó que era su novia, la siguió, sin saber que, en realidad, era la misma Matlazihua.
Cuando José Antonio se percató de que se había topado con la muerte, y, del susto, empezó a gritar desesperado. Sus gritos despertaron a todos en la hacienda y salieron a buscar de donde provenían. Subieron hasta una gran cima donde encontraron al joven, herido y desnudo.
Se dice que la Matlazihua dejó con vida esa noche a José Antonio para darle una lección a todos los hombres de lo que les podía pasar.
Ahora que ya sabes sobre la existencia de esta leyenda, cada que vengas a visitar Oaxaca, probablemente dudarás sobre si tomarte otro mezcal.
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